Mientras Paraguay vuelve a demostrar que sabe organizar fútbol con hospitalidad, respeto y seguridad, algunos grupos de hinchas brasileños continúan arrastrando un historial de violencia que ya no se puede disimular.
Hoy, en la final de la Conmebol Sudamericana 2025 entre Lanús y Atlético Mineiro, disputada en Asunción, el país volvió a dar una lección de civilización deportiva ante los ojos de todo el continente.
Y el contraste con lo que suele ocurrir en Brasil es tan brutal que resulta imposible ignorarlo.
Paraguay: agua gratuita, camping libre y hasta patrullas como transporte de cortesía

En Paraguay, la previa se vivió como una fiesta sin un solo hecho de violencia registrado.
- La ESSAP repartió agua gratuita a los hinchas.
- Se habilitaron campings sin costo, seguros y vigilados.
- Y se viralizó el gesto de la Policía Nacional trasladando a hinchas del Galo en una patrulla, simplemente para ayudarlos a llegar al estadio ante los cortes y desvíos.
Un país pequeño, pero grande en respeto al visitante.
Brasil: otra historia… y no precisamente una buena

Cuando los torcedores de ciertos clubes brasileños viajan o reciben visitantes, los episodios cambian. No son rumores: son antecedentes documentados durante Libertadores, Sudamericana y Eliminatorias.
El problema no es “Brasil”, sino los grupos violentos que operan dentro y fuera de los estadios, sumado a operativos policiales que muchas veces terminan agravando el caos.
El contraste duele… y preocupa.
CONMEBOL Libertadores 2013 y la emboscada que marcó a miles de olimpistas
Imposible olvidar lo que pasó en la final Atlético Mineiro vs Olimpia (2013) en Belo Horizonte.
La policía brasileña “escoltó” un bus repleto de hinchas franjeados.
¿Adónde los llevó?
A un callejón sin salida.
Y en ese lugar ya estaban barras de Mineiro esperando para emboscarlos.
El bus terminó destrozado.
Hinchas heridos.
Y el chofer estuvo al borde de la muerte.
Ese episodio quedó grabado como uno de los peores atentados contra aficionados visitantes en la historia moderna del fútbol sudamericano.
¿Alguien fue responsabilizado?
¿Hubo cambios estructurales en protocolos de seguridad?
La respuesta duele más que el hecho.
Paraguay: seguridad que protege, no que expone
En Asunción, las finales de 2019, 2022, 2024 y ahora 2025 exponen una tendencia consistente:
operativos policiales organizados,
rutas seguras para cada afición,
cero zonas ciegas,
acceso vigilado,
trato respetuoso,
y una hospitalidad que ya es marca registrada.
Incluso con miles de visitantes extranjeros, la convivencia fue ejemplar.
No es casualidad: es cultura, gestión y decisión
Paraguay entiende que un evento internacional no es una guerra; es una vitrina.
Entiende que el visitante no es un enemigo; es un invitado.
Y entiende algo que debería ser obvio:
la seguridad se construye, no se improvisa.
Mientras tanto, en Brasil los episodios de violencia se repiten con demasiada frecuencia como para culpar “al azar”.
El fútbol merece un ambiente civilizado
Este contraste entre países debería encender alarmas en las organizaciones deportivas continentales.
No para castigar a una nación entera, sino para exigir estándares mínimos de seguridad y comportamiento a quienes, repetidamente, fallan en cumplirlos.
Porque el fútbol no puede ser un campo de batalla.
Porque los hinchas visitantes no pueden ser presas fáciles.
Y porque la pasión sudamericana merece un entorno tan civilizado como el que Paraguay ofrece.
Paraguay volvió a dar ejemplo
Mientras algunos aún luchan contra la violencia enquistada en grupos radicales y operativos fallidos, Paraguay mostró —una vez más— que se puede vivir el fútbol con pasión, sin perder la cabeza y sin poner vidas en riesgo.
Y en una Sudamérica golpeada por la violencia deportiva, eso no es poca cosa.
Es un mensaje.
Y es tiempo de escucharlo.

